martes, 20 de enero de 2009

Parafilias III

Analismo: Concentración en la región anorrectal. Puede ser heterosexual, homosexual o autosexual

El ano menospreciado tiene más dimensiones de las que cabría suponer partiendo de lecturas simplistas o ciñéndonos a lo que el imaginario popular ha hecho de él.



No está mal hablar del ano en comandita, si el objetivo de su mención es hacer alarde de un tipo de conquista sexual muy específica, y que aparece siempre impregnada de la dialéctica dominación-sumisión tan cara al lenguaje viril. Y no es que me oponga a esta dialéctica, más bien al contrario, aunque acepto que es un acuerdo tácito que se establece cuando dos personas deciden intercambiar fluidos corporales bajo determinadas circunstancias. En cualquier caso son éstas apreciaciones que escapan al motivo de esta entrada, y no queremos entretenernos evocando violaciones consentidas, entre otras cosas porque es algo que me pondría amok perdido.

El ano parece haber sido convertido en el objeto de todas las vergüenzas, no tanto por su forma - que en el fondo no dista tanto de otros cauces hacia el interior de nuestros cuerpos- sino por su función, y especialmente por su ubicación. El ano da la espalda, para hacerse con él hay que atacar a traición.

Su exhibición puede ser ofensiva a la mirada, pero siempre se mantiene a buen recaudo de intrusiones extrañas. Lo contrario es una humillación infligida en un momento de despiste. Los adolescentes mantienen la guardia alta para que ningún compañero los desflore simbólicamente en un ataque a traición, directo a la retaguardia en un espasmódico movimiento de cadera, una embestida feroz entre fingidos aullidos de placer.
Ante todo el ano es el agujero que permite la salida al exterior de nuestro yo inservible. Aquellos pedazos de materia que nuestro cuerpo rechaza, la basura de nuestro organismo. Su naturaleza escatológica define una segunda faceta de tan singular orificio.

Ambas caras reflejan un mismo misterio y un mismo reducto de intimidad inviolable, cuya revelación es sintomática de perversión y decadencia. Ya sea apelando a su función excretora o como puerta trasera de una intimidad celosa de sí misma, el ano es y será tabú en las sociedades de raigambre judeocristiana.



Los mayores esfuerzos por liberar el ano de su silente cautiverio se han debido principalmente al avance producido por los colectivos gays en el terreno de reconocimiento de derechos civiles, su traslación a la esfera públcia y la des-demonización de las clásicas prácticas homosexuales masculinas. Fuera de este submundo, todavía lejos de la plena normalización e integración en las capas mayoritarias de las representatividad popular, el ano sigue siendo ese agujero inmundo por el cual se humilla al prójimo.

¿Habrá un futuro para este no-lugar, este vacío intracorpóreo que es salida y entrada, termómetro y pulsómetro de nuestro modus vivendi?

martes, 13 de enero de 2009

Parafilias II


Antolagnia: excitación por oler flores.
El cerco de un jardín muy del estilo de la corte francesa recorre como una herradura el atrio de un monasterio. Afuera, un joven vestido con levita blanca acaricia caminando los racimos de amapolas y nomeolvides que franquean la entrada al semicírculo, con la vista puesta en la fuente que la preside y desde la cual parten radios de claveles y heliotropos, abundando en una composición recargada propia de un jardinero adorador del rococó más lisérgico, tras haber esnifado cocaína durante la noche del proyecto. De las chorreras amarillentas que sobresalen bajo las mangas penden virutas de polen, las suelas de sus zapatos se ensanchan con una aureola de barro fresco. Llegado al interior del cercado, recorre sus pasadizos florales tomando flores aquí y allá, diríase con total indiferencia respecto al género y la especie. Las huele con delectación y las arroja con gesto afectado. Se detiene durante un instante maravillado ante el tibio flotar de una mariposa - esas flores voladoras de Maupassant - y lanza un suspiro al aire estival.




La fuente es un plato sobre cuya concavidad un querubín orina con gesto despreocupado sobre un lecho de hierba. Un paerterre en vorma de V - el ángulo apuntando a la entrada del patio- lo mantiene a resguardo tras un muro de hojas anchas de una planta desconocida. Nuestro joven romántico se acuclilla junto a la fuente y mira en derredor, su expresión cambia.


Forcejea con los cordones de su calzón. Tira de sus medias hacia arriba para que no estorben. Súbitamente un pequeño pene asoma su cabeza rosada y saluda al sol. La otra mano agarra furiosamente un puñado de violetas y se los lleva a la cara. En seguida termina, y cuando lo hace su postura y el borde superior del ceñidísimo calzón le impiden orientar su verga hacia abajo: una gota de crema lechosa va a parar a su barbilla; otra se aloja en el hueco formado junto a la comisura de la boca. Utiliza el mismo manojo de violetas para limpiarse y las arroja a la fuente. Se abrocha y se incorpora en el momento justo para saludar al párroco que sale al patio a meditar, como cada mañana, paseando entre el entramado de pétalos que se abren y estambres en erección.

Parafilias I.

Macrofilia: el único estímulo son las personas grandes o rollizas.



Una conocida de Sergio Leone destacaba lo mucho que a éste le gustaba comer, y lo a gusto que se encontraba comiendo. Para Leone la gordura no era un síntoma de decadencia física y moral, o la manifestación externa de una personalidad abúlica presa de los vicios y desidias que el sedentarismo trae consigo, sino una ostentación de fuerza, abundancia y poderío. A mayor presencia física, mayor es el espacio que ocupa el ego, como una fuerza oscura y telúrica que desplaza el aire a su alrededor. Así lo entendía Leone, y en su pasión por la pasta - ese extraño conglomerado proteico que sólo los italianos saben preparar como es debido- latía el deseo de un dios arcaico.



En la abundancia por la carne pusieron los primitivos y antiguos el germen de la vida, la pulsión de la naturaleza viva e indómita, un rudimento del hálito generador que inspiraría a los filósofos vitalistas hasta que el neomecanicismo de C.Bernard redujese la carne a vil materia compleja: sales, compuestos inorgánicos, elementos que encuentran su nomenclatura y su espacio en la tabla periódica. Leone era abundante y tronante como el propio Zeus, como Dyaus Pitar; abundante y carnal como una Venus neolítica.



La gordura, y la pasión por la gordura, trasciende el deseo de la forma ordenada y pulida, libre de asperezas y adherencias, despojada de lo superfluo: depóstitos alimenticios en una época de abundancia material. Al universo de la carne viva e indómita se opone la mecánica de la ordenación de elementos ensamblados con lógica de relojero. De un lado tenemos a Rubens y Leone; del otro a Claude Bernard y Dimitri Mendeleyev.



Se dice que los hombres fuertes, decididos y arrolladores sienten predilección o focalizan su deseo sobre los pechos de la mujer, mientras que los varones enclenques y perennemente acobardados pierden el sentido por el tren inferior femenino.



¿Hay algo más erótico que el roce de la carne contra la carne?

lunes, 12 de enero de 2009

putreficiones: parafilias.

Una parafilia (del griego παρά, pará: ‘al margen de’, y φιλία, filía: ‘amor’) es un patrón de comportamiento sexual en el que la fuente predominante de placer no se encuentra en la cópula, sino en alguna otra actividad. Las parafilias se consideran inocuas salvo cuando están dirigidas a un objeto potencialmente peligroso o dañino para cualquiera de las personas involucradas en el acto sexual.



Supongo que noy el único al que escaman estas tipologías de carácter específicamente moral, en cuanto que bien deben responder a un ánimo recopilatorio estajanovista, bien reflejar un carácter clínico atendiendo a una serie de criterios que no se especifican. El único, tal vez, el que ofrece la propia definición: un comportamiento sexual en el que la fuente de placer no se encuentra en la cópula, sino en alguna otra actividad.

Este fenómeno, el parafílico, se ha visto asociado tradicionalmente a la perversión de las costumbres sexuales. Esto es, a la anormalidad del comportamiento reglado. ¿Heteronormatividad encubierta o simple cinismo? Nada tan sencillo, a Dios gracias. Ésta es nuestra primera sombra, la del origen del saber y del significado que se proyecta sobre el conocimiento filosófico y filológico. ¿qué es la raza? Un constructo arcaico que ha sido reciclado por la biología con fines perversos (¿parafílicos? No, sólo perversos, aunque en este caso la norma es moral y, por lo tanto, relativa) , desmantelado a posteriori por el propio saber científico. ¿Actúa el saber como un haz de luz ? ¿O más bien traza sombras sobre el montículo del saber falso, erróneo, torcido, hasta delimitar una franja de espacio que podamos utilizar con propiedad? A revisar: los modelos geoplanetológicos, el modelo de placas tectónicas, la química del flogisto, los humores, las escuelas pneumáticas, la teoría atómica, el cálculo infinitesimal...

Renunciar a esta labor equivale a oponerse al relativismo: es la fuerza del verdugo que blande el hacha y mira de reojo al juez que asiste a la ejecución desde el palco. La toma de una decisión entre un infinita gama de decisiones. ¿qué haremos cuando sepamos que la pobre Parafilia, damisela indefensa, es inocente? Llorar compungidos, o vestir la ejecución con el atrezzo de la crónica histórica, la tragedia, el escenario y la literatura.

¿Serán los coprófilos de hoy los Hamlets del mañana?

Líneas espectrales

Una línea espectral es una línea oscura o brillante en un espectro uniforme y continuo, resultado de un exceso o una carencia de fotones en un estrecho rango de frecuencias, comparado con las frecuencias cercanas.

Los límites de la identidad se definen por el mismo contraste que sume en la oscuridad las sales de plata de una película fotográfica. La luz arroja sombras que recortan las siluetas como los objetos vistos a través de un telescopio. Siempre debe haber una fuente de luz que nos permita ver lo que estudiamos, aunque no siempre sea aquello que pertenece a la zona iluminada de la emulsión. En microscopía óptica son las tijeras invisibles de un foco situado en la base del aparato las que recortan al contorno primitivas formas de vida subsumidas en un todo mayestático, una epopeya microbiana con grandes imperios caminando por el mundo como gigantes.

Para el anverso nuestra cotidianeidad es un lugar oscuro y terrible, a este lado del espejo los padres de Alicia son tiranos que exigen decapitaciones a sus subordinados. Éste será uno de los objetos de este blog: la decapitación. Como también lo serán la pederastia, la homofobia, la esquizofrenia, los ogros posmodernos y serial-killers, mass-murderers, lustmörders, genocidas, violadores, novelistas encerrados en celdas acolchadas o lanzados al frente ruso en batallones de castigo. Este nick no es un nick, o un alter-ego: es un Tiger alemán.

Saludos cordiales, espero veros pronto por aquí.